jueves, 4 de marzo de 2010

Accesorios

La fila era larga y pensé en irme. Pero me estaba haciendo pis. Lo mismo que la docena de mujeres que me antecedían en el baño del cine que hay en el shopping Abasto. Decidí esperar. Acababa de ver "Precious", una peli explícita según el concepto yanqui –o sea, redundante y obvia por momentos– pero que pone sobre el tapete problemas complejos como la violencia doméstica, diversos tipos de racismo, xenofobias, diversidad sexual, embarazos adolescentes, instituciones que no pueden contener la demanda de las personas más pobres más allá de buenas voluntades individuales. Sí, es demasiado. Pero está bueno que estos temas se repliquen en todas las pantallas. Además, la actriz –con más de cien negros kilos encima y una cara impertérrita como reverso de un alma enb ebullición– es genial.

Rodeada de espejos, todas mirábamos de soslayo nuestros reflejos para matar el tiempo mientras unas se iban y otras llegaban. No sé en qué parte de su cuerpo estarían concentradas ellas. Yo, en verdad, estaba interesada en investigar si me quedaba bien un muñequito de paño blanco con forma de prendedor que llevaba sobre un chaleco negro.

Nunca me gustaron los accesorios. Bueno, nunca me gustaron en mí. Una forma personal de prejuicio, supongo. Alguien que tiene tiempo para decidir cómo combinar una cadena con aros con relojes, por ejemplo, es alguien que tiene tiempo y dinero para sí. Porque previamente habrá decidido qué ropa ponerse, los zapatos, la cartera, si el pelo quedará recogido o no, en fin. Y a esas cosas no las puede elegir cualquiera porque no las compra todo el mundo, al menos profusamente. Y no es lo mismo elegir entre dos remeras que entre diez, o entre una remera y una camisa, ejemplo.

O sea, sobre el tiempo que a cualquiera le lleva arreglarse (suponiendo que tenga qué objetos elegir) toma aún más tiempo para sí alguien que no usa accesorios. Es como quien ha superado la fase de amoblar su departamento con muebles rejuntados entre amigos y parientes y puede elegir decoración de diseño.

Me interesan más las personas sin muchos accesorios. Y como yo llevaba un prendedor, algo inhabitual en mí, me preguntaba si me veía como esa gente que no me interesa.

Lo estaba decidiendo cuando sucedió algo entre dos mujeres y una niña, ninguna con muchos accesorios encima.

Entró al baño una mujer que miró la cola y se quedó al costado, junto con su hija. No hacía fila pero tampoco se iba. Esperaba. Nadie pareció reparar en ella. Le pregunté si necesitaba algo. Me dijo: "Mi hija se está haciendo pis". Le sugerí que esperase que saliera alguna de las chicas que ocupaban alguno de los tres baños, y dejara entrar a su hija, una nena de unos siete años. La mujer asintió. "No creo que ninguna de nosotras tenga problemas en dejar pasar una nena al baño", dije.

Es dificíl que alguna de las mujeres no hubiese escuchado el diálogo porque el lugar era diminuto. Pero las chicas siguieron desfilando hacia los inodoros como si no hubiera pasado nada. La mujer seguía esperando. Llevaba un jogging un poco estrecho sobre sus caderas anchas y tenía una bolsa de zapatería pero ninguna cartera, ningún aro, ningún maquillaje. La nena tenía una remera rosa con brillitos.

Entraron y salieron una, dos, tres chicas. Ninguna cedió su lugar.

Entonces pregunté en voz alta "¿Podemos ser tan amables de dejar que una nena vaya al baño?"
La chica que estaba por entrar miró a la mujer, a la nena y a mí. Se metió en el su cubículo mientras farfullaba "La mujer tiene lengua para hablar. Que pida ella si quiere algo".

Ahora que lo relato se me ocurren frases mordaces para haberle rerspondido. Soy periodista pero no tengo el talento de algunos periodistas para decir genialidades a cada rato. Como el periodismo argentino atraviesa un momento de genialidad inusual (con gente subida a la punta de su ego, con empresarios que compran medios pero ignoran todo del negocio, con sueldos por el piso, con la premisa de que hay que hacer de la realidad un espectáculo) se me complica aún más decir algo. Como la mujer con la nena.

En fin, podría haberle dicho a la chica que considera que hablar eso sólo asunto de lengua algunas genialidades sobre cultura, historia, lucha de clases, semiótica, feminismo. Todo eso, resumido por ejemplo en "Tener lengua no implica necesariamente que una mujer pueda hablar y decir lo que le pasa".

Pero la chica que hablaba de la lengua me dejó muda de sorpresa con su grosería. Sobre todo, porque mientras hacía pis despotricaba contra la mujer al otro lado de la puerta. Su hija, a todo esto, se había colado en un baño que estaba libre, quizás porque las mujeres que esperaban se distrajeron con la situación. Asi que desde la punta de su váter, la chica la explicaba a esta madre lo que significa ser madre, responsable, una perorata horrorosa y bienpensante que remató "porque si no defendés a tus hijos, es que no te ocupás de ellos, como las negras".

"Más negra serás vos", respondió la madre. Bueno, la protagonista de la película, Precious, también se horroriza un poco cuando ve que su maestra y protectora convive con su novia.

Y entonces se trenzaron en una discusión confusa, que se terminó cuando madre e hija se fueron mientras madre me decía "gracias".

La chica defensora de la lengua se quedó con la sangre en el ojo... ¡y esperó que yo saliera de mi cuota de váter para hacer pis! "Escuchame", me dijo. Tenía la piel blanca, la cara lívida y los ojos furibundos subrayados por un delineador oscuro. Estábamos en la zona de lavatorios. Una nueva cola de mujeres, más niñas, ninguna solidaridad con nadie. La chica me miraba desde el espejo mientras me lavaba las manos y las frotaba bajo ese calor artificial y cool que despiden las secadoras.

"Escuchame ¿vos no creés que es mujer es una negra que puede hablar sola?", escupió. UUUUUFFFF. Y encima, con su lógica darwinista a la violeta, agregó: "Te lo digo a vos, porque tenés cerebro". UUUUUFFFF.

"Perdete", se me ocurrió decirle sin ningún entusiasmo.

Desde entonces, ya no estoy segura de que carecer de accesorios te haga portador/a de más onda.

2 comentarios:

  1. Genial, sos una genia. De una escena mínima hiciste una historia increíble, llena de suspenso, pensamientos y hasta conexiones y digresiones sobre la peli que acababas de ver. Vamos esta mirada de Ivana!! Decime que le contestaste algo a la infeliz esa! Decime que sí!

    ResponderEliminar
  2. ROMERITO, ME ESTAS HACIENDO LEER!!!!

    ResponderEliminar