jueves, 17 de febrero de 2011

Falsa fumadora

Había llovido.
La gente se arrimaba a la playa para juntar caracoles. Las conchas de caracol, tan frágiles bajo tus pies, se quebraban como vidrios.
Nos metimos en un bar. En cualquier lugar donde estuviésemos, habíamos armado nuestra casa de amor. En ella cabían las promesas que nos hicimos, los amores previos. Y los amores nuevos de los amores previos, también. Habíamos hablado demasiado alto, demasiadas veces, para escucharnos. Mejor si estábamos en silencio, con el mar alrededor.
“No quiero”, me decías.
Yo leía el anuncio de un libro nuevo de Patti Smith en el diario.
Un tiempo después la música sería mi única casa. Me pararía frente a la foto que Mapplethorpe le sacó a Patti en el Chelsea Hotel y me inquietaría su perfección.
Me dan miedo las cosas perfectas. A veces meto cigarrillos en el bolsillo sólo para ser una falsa fumadora.
Mi corazón se ha roto.

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